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PERFILES DE CANDIDATOS 2025

Johannes Kaiser: el libertario paleolítico que quiere ser presidente

¡Atención Chile! Se viene un nuevo competidor en la carrera presidencial: Johannes Kaiser, ese personaje del grupo de WhatsApp que realmente se tiró a candidato. Subió en las encuestas y ahora anda paseándose por la política chilena como si fuera su canal de YouTube, "El Nacional-Libertario", pero en HD y con corbata.

Cosas que odia (spoiler: casi todo)

  • El Estado.
  • El estado de derecho.
  • El aborto.
  • Los derechos indígenas.
  • La democracia.
  • La paridad de género.
  • La inmigración “descontrolada”.
  • El Partido Comunista (por si alguien lo dudaba).
  • Y probablemente los baristas que le escriben el nombre sin la“H” en el café.

¿Qué es un paleolibertario?

Es como un libertario, pero con extra nostalgia por los años en que los Estados eran flacos, los impuestos bajos, y la moral venía en combo con la familia y la iglesia. Básicamente, cree que el Estado debe existir solo para cosas mínimas… como la guerra y quizás tapar hoyos.

Sobre Kast y los Republicanos

  • Apoyó a Kast, pero se desmarcó por "diferencias ideológicas" (léase: no me gusta que me contradigan).
  • Dice que no es un fantasma que persigue a Kast, pero ríe como si estuviera flotando en su casa con cadenas.

Extrema derecha, ¿yo? ¡Jamás!

Según él, la “extrema derecha” no existe porque no ha quemado buses ni golpeado a nadie (aún). Prefiere llamarse “consecuente”. O “fundamentalista”. Pero con cariño, claro.

Plan maestro si llega a La Moneda

  1. Presionar a Bolivia (no se sabe cómo, pero suena rudo) como si fuera una maleta con exceso de equipaje.
  2. Desaparecer 13 ministerios como por arte de magia (¡adiós cultura, hola eficiencia!).
  3. Hacer una auditoría “forense” al Estado (sí, suena a CSI: La Contraloría).
  4. Mandar a los inmigrantes irregulares a hacer fila en la frontera con pasaje de vuelta.

Defensor de los grandes clásicos

Apoya la dictadura de Pinochet como quien defiende el VHS frente al streaming. Cree que el asesino, Miguel Krassnoff, condenado a más de 1.000 años, es en realidad un héroe mal entendido por un sistema judicial politizado. Porque, claro, cuando todo falla, la culpa es del juez.

Mensaje final a la derecha latinoamericana

“Queridos colegas, dejen de jugar a la derecha moderada. La amenaza ya no es el comunismo, es el progresismo con glitter”. Traducción: se acabó el tiempo de abrazar árboles, ahora es tiempo de cortar madera.

DERECHA: VIOLENCIA, REPRESIÓN, IMPUNIDAD, DESORDEN, INESTABILIDAD stars

El sector político conservador promovió el envío de militares a la zona sur del país que ya dejó un indígena asesinado con involucramiento de personal de la Armada, y no ha hecho nada respecto a exigir justicia y procesamientos frente a las 400 víctimas de daño ocular, los 4 mil heridos, 2 mil querellas y la veintena de muertes el 2019, pero se centra en rechazar el indulto para muchachas y muchachos en prisión preventiva sin procesamiento. Se apuesta a construir más cárceles y aumentar penas por “violencia urbana” durante las protestas, y pagar abogados para defender a uniformados acusados de violaciones a los derechos humanos. La derecha y ultraderecha defienden las Afp, las Isapres, la educación privada, los consorcios financieros nacionales y trasnacionales, mantención de mecanismos que permiten la colusión y el abuso, lo que generaría nuevos estallidos, marchas, protestas e inestabilidad social en Chile. Además, en su dura pugna inter-sectores, los conservadores no garantizan gobernabilidad ni estabilidad.

La derecha orgánica y fáctica del país está enfrentada a un primer escollo y es una aguda crisis intra-sector, donde se levanta un grupo ultraderechista frente a un segmento tradicional y que los tiene entrampados en disputas ideológicas, programáticas, electorales y políticas que llegaron a enturbiar las relaciones por declaraciones agresivas y acciones destempladas por redes sociales. Ése es un primer factor que incuba la idea de que la derecha chilena tiene serios problemas para garantizar estabilidad y gobernabilidad. A ello se suma la disputa por reconocer o no el legado o la gestión del Presidente Sebastián Piñera que, como sea, es el mandatario de ese sector. 

Decir que no se seguirá la ruta de Piñera es otro elemento que marca la confusión, la falta de certeza y la credibilidad dentro del campo conservador. En los documentos programáticos de este año que se conocen de distintas orgánicas de la ultraderecha y la derecha, prácticamente no hay ninguna propuesta de modificación sustancial del modelo económico que, entre otros asuntos, apunta a la existencia de las pensiones privadas (Afp), la privatización de la salud (Isapres), de la educación, al no pago de impuestos apropiados por parte de las trasnacionales y consorcios financieros y familias súper ricas del país, permite mecanismos de colusión de empresas con afectaciones a las personas, no encara los formatos de abusos desde las grandes empresas y en los servicios privados, le da continuidad a que el cobre y el litio esté en manos extranjeras, no contempla altas penas de cárceles para delincuentes financieros y “de cuello y corbata”, no tiene en el centro la violación de los derechos humanos, no prioriza por derechos de las mujeres y la juventud. En definitiva, es constatable que en la derecha no reside ningún cambio real respecto a la estructura económica, el modelo neoliberal y los cambios reclamados por la sociedad chilena. 

Las vocerías de la derecha han dedicado mucho tiempo y espacio los últimos meses para rechazar una ley de indulto que beneficia a muchachas y muchachos en prisión preventiva, sin proceso judicial, con denuncias de fabricación de pruebas de parte de Carabineros, pero en cambio no han solicitado ninguna acción para procesar y sancionar a los agentes del Estado que provocaron alrededor de 400 víctimas con trauma o daño ocular debido a perdigones, balines y bombas lacrimógenas. Tampoco los dirigentes y partidos de la derecha han elevado algún reclamo o petición de justicia y respeto a los derechos humanos respecto a unos 4 mil heridos en manifestaciones, más de dos mil querellas por torturas, abusos sexuales, golpizas, detenciones ilegales y maltratos de parte de Carabineros y uniformados y sobre la veintena de muertos en protestas durante 2019.

Es más, los sectores conservadores se sumaron al argumento del Presidente Sebastián Piñera de que en Chile no hubo violación masiva y sistemática de derechos humanos. Frente a los miles de casos de heridos, detenidos y abusados, no hay más de cinco agentes del Estado condenados y otro grupo reducido está en largos procesos que les permite andar en libertad. Esto, a decir por ejemplo de la legisladora y abogada de derechos humanos, Carmen Hertz, constituye una situación de impunidad en el país. Durante el actual Gobierno de derecha, en la zona sur del país, y particularmente en las zonas indígenas mapuches, la violencia aumentó considerablemente, lo que incluye el asesinato de comuneros a manos de fuerzas policiales y militares. Los hechos de violencia se extendieron, adquirieron nuevas formas, los delitos de robo de maderas y otros aumentaron, hubo más atentados incendiarios y episodios violentos nunca aclarados, lo que incluyó ataque de grupos paramilitares de ultraderecha a mapuches.

Al mismo tiempo, durante la administración de derecha se desplegó más contingente de Carabineros con más armamento y vehículos de guerra, lo que incluyó formar un comando que al final terminó ligado al asesinado de un indígena y una situación de montaje, fabricación y ocultamiento de pruebas, ocultamiento de evidencia, mentiras, obstrucción a la justicia y prácticas irregulares.

Aumentó la militarización de provincias del Biobío y La Araucanía, fueron desplazados el Ejército y la Armada, elementos que protagonizaron el asesinato de otro mapuche, en circunstancias que no han sido aclaradas y que apuntan a la impunidad para los militares. Desde la derecha y la ultraderecha se desecha la reforma de fondo de las policías y asumir otra política para las Fuerzas Armadas, apostando a la continuidad de la doctrina de seguridad nacional, enemigos internos, represión para mantención del orden, incluso subiendo los salarios a los uniformados y dándole garantías de protección ante acusaciones por violar los derechos humanos o no cumplir protocolos en situaciones como movilizaciones sociales.

Se apunta a la construcción de más cárceles, aumentar las penas a la “violencia urbana” que haya en las protestas, dar más atribuciones a Carabineros para enfrentar manifestaciones, dotar al jefe del Ejecutivo de la atribución de acceder secretamente a comunicaciones de ciudadanos, pagar altas contrataciones de abogados para defender a uniformados acusados de apremios a civiles, indultar a los condenado por crímenes de lesa humanidad y violación a los derechos humanos, entre otras medidas conocidas. La tesis del orden establecida con mucho énfasis estas semanas por la derecha, incluye también buscar el próximo año endurecimientos en la legislación, y formas de castigo para quienes se manifiesten. Habría más y mejor equipamiento para Carabineros, PDI y Fuerzas Armadas y contar con mejores “elementos disuasivos” para actuar frente a movilizaciones.

Si todo lo anterior se suma a la defensa de las Afp e Isapres, de la salud y la educación privada, a bajar los estándares de derechos de las mujeres (como retroceder en el aborto por tres causales y suprimir el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género), apoyo a las grandes empresas del retail y de servicios, garantías al sector financiero y trasnacional, mantención de mecanismos que posibilitan el abuso desde el sector privado, continuar con la militarización para enfrentar la situación en el sur, salir con todo contra las marchas y movilizaciones, no es difícil prever que en el país se produciría un escenario de inestabilidad, violencia, represión y mucho desorden, con proliferación de marchas, huelgas, estallidos, manifestaciones de todo tipo, enfrentamientos con las fuerzas policiales y militares, y situaciones de crisis para el Gobierno. Muchos académicos, legisladores y representantes de la sociedad civil han sido categóricos en cuanto a que la pobreza, el abuso, la represión, el autoritarismo, los servicios privatizados, están en el origen de la protesta, los estallidos, las manifestaciones, la rabia y muchas veces el desborde popular. Los antecedentes indican que esa situación persistiría si la derecha continúa con presencia y fuerza en espacios de conducción gubernamental y legislativa. La mantención del estado actual del país, es un apostar al desorden y la inestabilidad. 

elsiglo.cl

KAST: EL CANDIDATO DEL DESORDEN stars

Movilizaciones, protestas e inestabilidades se prevén con la aplicación de medidas restrictivas, autoritarias y militarizadoras de parte del personero de la ultraderecha, como autorizar escuchas del Presidente a comunicaciones de ciudadanos, derogar derechos de las mujeres y diversidad sexual, oponerse a la nueva Constitución, aumentar penas judiciales a detenidos en manifestaciones, hacer crecer el número de cárceles, suprimir el INDH y restar a Chile de organismos internacionales de derechos humanos. Al mismo tiempo está la intención de fortalecer las AFP, privatizar Codelco, respaldar a los consorcios financieros e implementar acciones represivas contra la migración. Es así que una explosión social podría producirse con un Gobierno ultraconservador que levantara un muro a los procesos de reclamo y cambios que se están produciendo en el país.

 

Gonzalo Magueda. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 12/11/2021. Dadas las condiciones actuales de Chile, se prevé una escalada de movilizaciones, protestas y acciones ciudadanas si se llegan a implementar las medidas restrictivas de derechos, autoritarias y militarizadoras que considera el programa y las propuestas del candidato presidencial de la ultraderecha, José Antonio Kast.

Precisamente porque van en sentido contrario a legislaciones, proyectos y demandas sociales instaladas sobre todo en los dos últimos años. De hecho, para Kast lo ocurrido en octubre de 2019 no fue una revuelta social, sino “un estallido de violencia”.

El hoy aspirante a La Moneda se opone férreamente a una nueva Constitución y promovió el Rechazo a ese proyecto, lo que adelanta que siendo mandatario trabajará en contra de la nueva Carta Magna que está elaborando la Convención Constitucional y seguramente alentará rechazarla en el plebiscito de 2022. Eso será, de partida, un punto de tensión con la ciudadanía.

En la línea ultraconservadora, su administración echará abajo derechos de las mujeres metiendo cambios, por ejemplo, en la legislación que autoriza la interrupción voluntaria del embarazo en tres causales; cerrará el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género y se prevé reducción de gastos para este sector. Kast anunció que cerrará el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) y restará a Chile de organismos internacionales y regionales de derechos humanos. También prometió más cárceles en todo el territorio, laborando con “agentes privados” y el aumento de penas judiciales a detenidos durante manifestaciones y que ejerzan “la violencia urbana”. En esa línea, el personero de ultraderecha junto a sus asesores, está por reforzar la presencia de las Fuerzas Armadas en zonas de comunidades mapuches y regiones del sur, mejorar los sueldos de Carabineros y Gendarmería, oponerse a la reforma de las policías y plantea la defensa política y jurídica de los uniformados ante su accionar. Es sabido que Kast implementará una política represiva frente a la migración, no solo construyendo zanjas y reforzando la militarización de fronteras, sino dando continuidad a lo obrado por el Presidente Sebastián Piñera, de expulsar migrantes. En el programa se plantean cuestiones como dar la atribución el Ejecutivo de intervenir comunicaciones de ciudadanos y crear un comité de seguridad en La Moneda que reemplace al comité político, dando un perfil más policíaco al gabinete ministerial. Junto a todo eso, programáticamente José Antonio Kast está por defender y fortalecer las AFP, las Isapres, privatizar Codelco, apoyar a los consorcios financieros, reducir el gasto social del Estado y proyectar un aumento de la privatización de la economía.

En este cuadro es donde se prevé una situación de crisis social con un alto grado de oposición ciudadana a lo que sería un Gobierno de Kast. Dadas las experiencias recientes en el país, esto llevaría a movilizaciones y protestas, y generaría un alto grado de inestabilidad donde, seguramente, se producirían fuertes choques entre los estamos militares y policiales con manifestantes y ciudadanos.

Está claro que, por ejemplo, el movimiento feminista defendería los derechos alcanzados e insistiría en las demandas actuales; habría una expresión latente de las agrupaciones y sectores de los derechos humanos, del mundo de la cultura; las movilizaciones sociales, estudiantiles y sindicales serían de alta intensidad y alcance. La situación en La Araucanía tendría a tensionarse aun más, con previsible aumento de la violencia sobre todo de parte del Estado.

Es esperable que a nivel ciudadano habría una persistencia en alentar y defender una nueva Constitución, el proceso constituyente y lograr la aprobación del nuevo texto constitucional en el plebiscito del próximo año, lo que produciría un fuerte choque con lo que podría ser la administración de Kast.

Es así que, contradictoriamente con lo que expresa la candidatura de la ultraderecha, todo anuncia desorden e inestabilidad en caso de que Kast llegue a la presidencia. De allí que él mismo sostenga la posibilidad “del orden” en base a restricciones, autoritarismo y militarización.

Una experiencia repetida en otras administraciones de ultraderecha en la región, con alza de la protesta social, la movilización ciudadana, la violación a los derechos humanos, la inestabilidad política, el rechazo internacional y el acrecentamiento de la lucha por la democracia.

 Fuente: elsiglo.cl

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